La cuenta de Hidroaysén
¿Le ha pasado alguna vez que se ha decidido a cancelar una cuenta que cree injusta, pero que prefiere pagar, simplemente para evitarse los problemas de cobro?
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Rafael Mies
¿Le ha pasado alguna vez que se ha decidido a cancelar una cuenta que cree injusta, pero que prefiere pagar, simplemente para evitarse los problemas de cobro?
La aprobación del día lunes que realizó la Comisión de Evaluación Ambiental al proyecto de Hidroaysén, es uno de estos casos. Sólo que el que asumirá esta factura no es una persona, sino el gobierno.
Permítame proponerle al menos tres razones por las cuales esta decisión no produce beneficio alguno al gobierno y tratar de entender porqué, a pesar de ello, lo impulsó y claramente lo respalda.
En primer lugar, apoyar la construcción de represas que alteren el curso de los ríos y un cableado de alta tensión que ensucie el ecosistema va claramente en contra de las grandes tendencias mundiales. Hoy la sociedad premia al que promueve e impulsa el desarrollo de energías amigables con la naturaleza. Esto es tan cierto que fue expresamente afirmado en el programa de gobierno y por el que se fundamentó el rechazo a Barrancones (pan para hoy...) por lo mismo, no nos podemos extrañar que el aval a Hidroaysén conlleve un alto costo político.
En segundo lugar, porque de aquí a la aprobación final del proyecto queda aún una larga tramitación (se espera que recién en 2019 entre en operación). Se trata éste de un camino lleno de negociaciones, sinsabores y protestas que ocuparán gran parte de lo que le queda a este mandato. Ello sólo puede ir en desmedro de la imagen del ejecutivo, que aunque logre un buen discurso republicano, en el mejor de los casos sólo empatará con los que se oponen a su construcción.
Por último, si aún lograra sortear el difícil camino de la aprobación ciudadana, los beneficios de un aumento de capacidad energética son transparentes a la población. Esto significa, que no tienen la capacidad de generar dividendos políticos. En efecto, nadie valora el hecho de poder encender la luz de la casa, pues se entiende que así debe ser. Es el típico caso de un bien “higiénico” en el cual se percibe su importancia cuando no se tiene, pero no se valora cuando existe.
Entonces, ¿por qué las celebraciones en Palacio, tras la aprobación del proyecto? Era sabido que el proyecto energético de Hidroaysén tenía bajo piso político para su aprobación, pero su discusión descansaba principalmente en un nivel técnico.
Sin embargo, el episodio de Barrancones alteró la discusión institucional del crecimiento de esta matriz y sacó la cuestión del plano técnico, llevándolo a la arena política.
Sin quererlo, Barrancones, puso la responsabilidad de la solución de los problemas energéticos en las espaldas del presidente. Ahora bien, con el terremoto en Japón se le dio un tiro de gracia por muchos años a la energía nuclear, pero abrió una ventana al proyecto de Hidroaysén, presentándolo como la única solución y un mal menor. La aprobación de este proyecto resuelve en parte el tema de fondo (abastecimiento energético) y ofrece al presidente la oportunidad de devolver al plano técnico la discusión de la matriz. Parece que este negocio no es tan malo y vale la pena “pagar la cuenta” con Hidroaysén.